El
Dorado
 
El dorado (salminus maxillosus) es una especie nativa de Sudamérica que se
encuentra además de en nuestro país en algunas regiones de Bolivia, Paraguay,
Uruguay y Brasil.
En África habita una especie que por su dentadura
caniniforme recibe el nombre de tigerfish pero que nada tiene que ver con
nuestro tigre de los ríos. Tampoco existe ninguna relación con los salmónidos
de nuestros ríos patagónicos a pesar de que pueden parecerse en los saltos, en
su fortaleza, en las distancias que recorren y físicamente en la aleta adiposa
que se encuentra entra la dorsal y la caudal.
Como gran nadador que es, prefiere las aguas con fuertes
correntadas donde encuentra buenas cantidades de oxígeno y las mejores
posibilidades para cazar a sus presas. Aún así tiene una gran capacidad para
adaptarse a aguas mas tranquilas o embalses donde quedó encerrado como lo
demuestra el dique de Río Hondo.
Por su anatomía – conformación de la boca contextura de
estomago y longitud del tracto intestinal – tiene la posibilidad de engullir
piezas de gran tamaño y realizar una digestión rápida. Se alimenta de sábalos,
bagres, mojarras, tarariras, palometas, cascarudos , anguilas y morenas.
El dorado es un characínido de imponente musculatura que
desarrolla su vida en sucesivas migraciones tróficas (alimenticias) y
reproductoras. Los machos son fértiles después del segundo año de vida y las
hembras luego del tercero. Estas liberan los óvulos en la corriente para que
los machos los fecunden con esperma. Eclosionan en las cercanías donde lo hacen
los sábalos y predan sobre éstos desde su mas temprana
juventud.
Un ciclo natural maravilloso interrumpido
brutalmente por la pesca comercial indiscriminada, la depredación y la contaminación
de ámbitos naturales.
Las potentes mandíbulas albergan dientes cónicos capaces de
matar a sus presas de un solo golpe.
Cuando cobra una presa emprende una veloz carrera, probablemente con el objetivo
de librarse de sus congéneres que lo persiguen para arrebatarle la comida.
Tal vez por esa razón al pescarlo se percibe esa violentísima
corrida cuando toma nuestra carnada, mosca o señuelo.
Carnada
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